viernes, 20 de marzo de 2009

Claro pe, Obvio po: Peru(chos) - Chile(nos)

Estoy sentado frente a una ventana mirando como va despertando el soleado y ordenado Santiago de Chile, mientras trato de afinar las ideas de este post. Después de algo más de 3 horas de vuelo vía TACA, el largilucho de Tomas me recibió en el aeropuerto con una cordial sonrisa. Nos dimos un abrazo como esos de amigos del cole. Sin embargo, era la primera vez que nos veíamos. Como a las 3 de la madrugada llegamos a su departamento en el barrio Las Condes, en la zona oriental de Santiago. Con arte magistral, y a pesar de ser padre primerizo, Tomas arrullaba a Ana, su guagua de 6 semanas que se había levantado, quizás por mi presencia para ella sorpresiva, mientras me pasaba un colchón, un sleeping y una almohada. Había que descansar. Al día siguiente teníamos reuniones todo el día. Y es que la razón de mi visita era aprender de las lecciones de la fundación chilena enfocada en temas educativos, la cual Tomas lidera con éxito, para el pronto lanzamiento de su símil en Perú. Este vínculo profesional explica en parte su hospitalidad, aunque con seguridad, la razón más importante, es un vínculo más fuerte: “la voluntad de Dios” decíamos.

El estar en Santiago, sintiendo el cariño y el desprendimiento de una familia chilena que solo conocía por un par de cruce de mails semanas atrás, me hizo reflexionar sobre la poco armoniosa y más bien compleja y cíclicamente tensa relación bilateral Perú - Chile. La demanda peruana ante la Corte de la Haya generó algunos ceños fruncidos en el vecino sureño. Y TLC, en forma y fondo, produjo controversia en cierto sector de la opinión pública y en algunos liderazgos políticos peruanos. Entre “hinchas acérrimos” y “críticos ácidos” de un lado y del otro, el debate sucede en el mundo de lo formal, de lo legal, de lo técnico: “La jurisdicción po”, “El beneficio neto pe”. “Obvio po”, “Claro pe”. Pero el verdadero debate se da en otra esfera. Rasqueteando la superficie, ahí en lo mas profundo de las posiciones, son los sentimientos a veces apasionados y los pensamientos en parte inconcientes los que se están moviendo dentro de un mundo mas bien de lo evocativo, de lo relacional, de lo emocional.

“Debemos construir una relación basada en la confianza”. Con esa frase inicial de su charla, allí con mis veintitantos compañeros del programa de liderazgo en Georgetown hace ya 2 años, el General Cheyre, quien reemplazó a Pinochet como Jefe del Ejército a fines de los noventa, lograba interesarme en sus teorías e ideales. Ante un audaz y algo atrevido planteamiento en clase de una situación real que se había dado entre Perú y Chile (la vehemencia e idealismo juvenil lo justificaba), que conllevó a un algo acalorado aunque valioso debate, me di cuenta de algo: la figura institucional es muchas veces distinta a los ideales personales. De alguna manera lo entiendo. Mi familia, los Ugarte Vernal, era una de las 20 dueñas de las salitreras en el sur del Perú. Si, esas que fueron en parte la manzana de la discordia que generó la Guerra del Pacifico. Al comenzar el conflicto, Alfonso Ugarte Vernal, quien personifica el accionar de mi familia, decide no partir (fugar) a Europa como algunos de sus jóvenes amigos, y mas bien decide poner su fortuna al servicio del país: arma y lidera una batallón. Lo del morro es solo una anécdota. Terminada la guerra, mi familia no tuvo más que irse al Callao. Se imaginaran lo complicado de los pensamientos y sentimientos de mi familia ante la figura institucional de Chile: su bandera, sus lemas, sus políticos, su ejército. Aunque vivían en una paradoja fruto de sus relaciones e ideales personales. Basta ver las cartas entre Grau y la esposa de Pratt. Basta recordar la relación de Ugarte con sus amigos de la Universidad de Valparaíso.

¿Será un imposible imaginar que peruanos y chilenos de a pie nos conozcamos, nos respetemos y trabajen juntos por un futuro donde no colisionen el válido deseo de cada uno de ver progreso en su cancha y a la vez configurar una visión compartida? Si el rencor y la tensión surgieron de abusos y violencia con armas portadas por humanos bajo la institución militar y política, la reconciliación, una más allá de lo racional de un acuerdo y lo legal de una demanda, tendrá que ser por gestos simbólicos y relaciones amicales efectuadas por humanos bajo su convicción cívica y moral. Gracias al avance tecnológico -con pasajes 2 por 1 vía LAN, con la conexión virtual directa gracias a skype y faceboook, con llamadas cada vez mas baratas- los jóvenes peruanos y chilenos cuando escuchan “Perú” o “Chile”, ya no les evoca fotos lejanas de presidentes, militares o héroes del bando contrario, sino mas bien recuerdos frescos y cercanos de caras amigas. Pequeños encuentros multiplicados como el mío con Tomas. Algún día la masa crítica será tal, que los ideales de esos muchos estarán muy por encima de figuras institucionales basadas únicamente en el poder geopolítico y la competencia económica.

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